La Religion Maya

En la religión Maya, se observa una fuerte tendencia dualista: la eterna lucha entre las influencias del bien y del mal sobre el destino del hombre.

El Dr. Sylvanus G. Morley, quien fuera un eminente arqueólogo Mayista, explica que para los Mayas los dioses benévolos producen el trueno, el rayo y la lluvia, hacen fructificar el maíz y garantizan la abundancia; mientras que los dioses malévolos, cuyos atributos son la muerte y la destrucción, causan las sequías, los huracanes y la guerra, que arruinan el maíz y traen en su seno el hambre y la miseria.

El Dr. Sylvanus G. Morley -en su obra La Civilización Maya- precisa que, para los antiguos Mayas, el objeto principal de la religión era procurarse vida, salud y sustento.
Según reseña el sabio norteamericano, los antiguos Mayas invocaban y aplacaban a los dioses de diferentes maneras. Casi todas las ceremonias importantes comenzaban con ayunos y abstinencias, que observaban  escrupulosamente, y se consideraba como gravísimo pecado el quebrantarlos. Estas purificaciones preliminares, que incluían la continencia sexual, eran obligatorias para los sacerdotes y para los que los ayudaban directamente en las ceremonias, pero voluntarias para el resto. Además del ayuno y la continencia, renunciaban  -como parte de la abstinencia- a comer carne y al uso de la sal y del chile o ají.

Los sacrificios eran parte importante del culto entre los Mayas, y abarcaban desde sencillas ofrendas de alimentos, toda clase de ornamentos y otros objetos valiosos, hasta la práctica de sacrificios  humanos. Las ofrendas variaban de acuerdo con la urgencia del caso. Si el sacrificio se hacía para curar una enfermedad o para evitar una molestia pequeña, bastaban -por lo general- ofrendas de alimentos o de prendas de adorno. En tiempos de gran necesidad pública, se sacrificaban -en especial- víctimas humanas.

Durante varios milenios transcurridos desde que los Mayas cambiaron su vida errante por la vida sedentaria, su religión sufrió modificaciones. Al principio, la religión Maya fue, seguramente, un culto sencillo a la naturaleza, y su última transformación se dio cuando, a mediados del siglo XVI, los españoles impusieron por la fuerza la religión cristiana; sin embargo, la fe sencilla del pueblo, mucho más difundida, ha sobrevivido –en parte- hasta nuestros días